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Proyectos de la Fundación

El Salvador

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El Salvador

El Salvador, con una población estimada de seis millones quinientos mil habitantes y un territorio de 21.000 km2, es uno de los países más densamente poblados del mundo (309 habitantes por km2). El país está formado por 262 municipios, repartidos en 14 departamentos, entre los cuales destacan La Libertad, Sonsonate, Cuscatlán y San Salvador por contar con la mayor densidad poblacional. La mayoría de la población salvadoreña es joven, con un 63,7% de personas menores de 30 años de edad. Las mujeres representan el 52,8% de la población.

 

Conforme a los datos del Informe Mundial sobre Desarrollo Humano 2019, El Salvador ocupa la posición 124 entre 189 países. Con un Índice de Desarrollo Humano de 0,667 y una Renta Per Cápita de 6 973 dólares, es considerado un país de desarrollo humano medio. Sin embargo, se estima que la pobreza multidimensional en El Salvador alcanza al 35,2% de la población.

 

De acuerdo al Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), las desigualdades territoriales en El Salvador son muy acentuadas en los indicadores sociales y de acceso a servicios básicos, especialmente la brecha urbano-rural. En relación al empleo, solo un 20% de la población económicamente activa cuenta con un empleo decente. En la zona rural, el salario mínimo es de 208,00 dólares al mes, mientras que la canasta básica tiene un valor de 203,00 dólares. Un informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), indica que El Salvador tiene un índice de inseguridad alimentaria del 18,9%.

 

Conforme a las estadísticas elaboradas por el PNUD, el promedio de años de instrucción en El Salvador es de 7,5 y el índice de analfabetismo en personas mayores de 15 años es del 15,5%. La tasa de alfabetización de hombres es del 86,7%, siendo superior a la de las mujeres, que está situada en el 81%. Solamente el 5,91% de la población mayor de 18 años ha cursado más de 12 años de estudio, de los cuales, el 50,68% son hombres y el 49,31% son mujeres. Esta situación reafirma que el sistema educativo de El Salvador, tanto en calidad como en cantidad, es insuficiente y se traduce en un bajo nivel de calificación para la población, asimismo, implica un elevado nivel de desocupación, especialmente entre las mujeres y los jóvenes.

 

En los últimos años se han llevado a cabo numerosos esfuerzos de alfabetización por parte del MINED y diversas Organizaciones No Gubernamentales. Sin embargo, el alto índice de analfabetismo sigue presente, lo que contribuye a que un porcentaje significativo de la población esté excluida del desarrollo socioeconómico, generando más pobreza y marginación.

 

A esta situación hay que añadir la delincuencia y la violencia, que son un grave problema para El Salvador, especialmente para los sectores de la población más vulnerables, como la infancia y las mujeres. Este problema se asocia normalmente, de una forma simplista, al fenómeno de las “maras” o pandillas juveniles, pero responde a una serie de causas mucho más complejas, como la pobreza, la exclusión social, la desestructuración familiar causada por la emigración, la corrupción o el narcotráfico.

 

La sociedad salvadoreña ha aumentado en los últimos años de manera alarmante sus niveles de violencia social. Las secuelas de la guerra en la que creció la población que hoy está al frente del país, de los municipios y las familias; la pobreza y pobreza extrema de gran parte de su población; el desempleo de grandes sectores de la población; el abandono de la actividad agrícola; la emigración de salvadoreños como indocumentados a Estados Unidos para buscar mejores oportunidades económicas para sus grupos familiares; y la desintegración familiar unida a la migración, está impactando cada vez más en las zonas rurales del país y en aquellos sectores de su población más desprotegidos. Esta situación crea condiciones para que niños, niñas y jóvenes crezcan en un ambiente que no genera alternativas y estén expuestos a situaciones de riesgo.

 

Invertir en educación en El Salvador es imprescindible para superar muchos de los problemas a los que se enfrenta el país, especialmente para que la futura generación de salvadoreñas y salvadoreños pueda convivir de manera pacífica.

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